martes, 27 de noviembre de 2012

MI ETERNA DECEPCIÓN (281112-221)


No sé qué habrá sido, me pongo a pensar y tal vez fue su sencillez, esa que hace mucho no veía en una persona, o tal vez sus ojos melancólicos los que me reflejaban tanta dulzura que podía quedarme con su imagen incluso si cerraba mis ojos.

No sé de qué manera surgió en mí aquel sentimiento, aquella intención de seguir conociendo a ese ser que llegó sin yo esperarlo, como para salvarme del abismo al que estaba a punto de caer. Y es que la vida no me estaba yendo para nada bien, hasta que apareció aquella noche frente a mí, entre el bullicio de la gente superficial y desconocida, su figura relajada y sensual, llena de luz en medio de toda esa oscuridad tan  descolorida y nauseabunda.

Yo no sabía si todo aquello era real o solo parte de uno de mis sueños, en los que trataba con hadas y unicornios. Yo no sabía si acercarme era despertar en la nada y quedarme como siempre entre el silencio de mi habitación, oyendo tan solo al eco de mis viejas historias, que ya no volverán a ser parte nuevamente de mi presente, que ya no viven en mi presente, y que en aquel momento era en lo que menos pensaba.  

Yo no sabía si esta vez iba a ser distinto, yo solo sentía que podía estar iniciándose el primer capítulo de mi nueva historia y ya no quería sentir miedo, quería darlo todo, quería volver a creer, sentir nuevamente esa magia extraordinaria del amor, quería respirar sin sentir que el corazón se me saliera del pecho y decirle al menos un hola. El lugar no era el adecuado, la situación quizás no era la mejor, pero cuando uno tiene este tipo de impulsos, ya lo demás no importa. Además no sabía si volveríamos a vernos, era un ahora o nunca.

Después de haber viajado casi 10 horas a esa ciudad calurosa e incierta, maravillosa pero solitaria, conocer de la nada a un ser maravilloso, hizo que no quisiera volver a mi realidad, quería quedarme y abandonar mi pasado, iniciarme en su ambiente y desalojar mis fantasmas, cerrar aquel baúl polvoriento de mis agonías y sentirme libre, en condiciones de aunarme a su vida, a su historia, a su cielo, a su luz.  

Pero la realidad a veces es cruel, y de tanto soñar en tan poco tiempo con alguien que apenas conocía me hizo aterrizar de la peor manera y entonces mi corazón nuevamente volvió a caerse en mil pedazos, mis ilusiones, todas aquellas que me hacían despertar con una nueva mirada, con un nuevo color en mi sonrisa, se opacó, y es que parece que mi destino es la decepción... yo no nací para el amor.

Inspirada en la vida de alguien. 


ANDREA FURIUR